lunes, 26 de noviembre de 2007

Cine.

Queen

Normalmente trabajo al aire libre. Todos los días veo cómo amanece, cómo se asoma el sol por el horizonte, cómo se tiñe de azulgrana el cielo, y cómo, mientras van pasando las horas, el sol asciende, da calor, derrite el rocío, irradia energía. Conforme el día va muriendo, las sombras se alargan, y el sol baja lentamente hasta desaparecer.
Ahora, por otros motivos, sólo puedo disfrutar del sol unas pocas horas al día desde la ventana de mi habitación. Qué agradable el sol de invierno. Calienta sin abrasar, reconforta. Qué bonitas las películas que acaban bien. Me encanta el cine en el que todo siempre acaba bien. Reconforta, igual que el sol de invierno.


Escucho: The sea and the cake. Everybody.


Últimas películas:

Deliciosa Marta. 2001. Sandra Nettelbeck.

Alta Fidelidad. 2000. Stephen Frears.

La Vida de Brian. 1979. Terry Jones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pocas cosas reconfortan como lo hace el cine. Un final amable puede obrar milagros, de hecho. No soy contrario a tales finales aunque prefiero lo natural. En ese sentido, el final de "Mientras Dormías" es perfecto. Y el de "Los Puentes de Madison" también.

Lo más agradable del invierno es la hora en la que tomas café sin importarte lo que ocurre ahí fuera. Las cuatro o cuatro y media de la tarde. Y si llueve siempre puede dejarlo para un par de horas más tarde y apurarlo en el café que te gusta, aunque haya que recorrer tres estaciones de metro para hacerlo.

Dicha la parrafada... ¿Estás bien? Espero que ese accidente de dejara secuelas graves.