
Fue tan fácil como rodear despacito una brillante conversación con una buena botella de vino tinto, acompañarla de una jugosa cena, y asirla, sin prisas, con pulcritud en los modales, el juego y la mesa... y todo volvió a ser como tenía que haber sido.
Quizá es decepcionante comprobar lo simple que puede ser, a veces, la vida.
Escucho: Gino Paoli. Senza Fine.
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