lunes, 1 de mayo de 2006

ni lo sé, ni me importa


Leiden (Holanda)


Supongo que es igual ahora que hace veinte años. Un padre nervioso, acalorado, y muy cansado está gritando, desde lo lejos, a un hijo que se aleja pedaleando, exhausto, haciendo eses con la bicicleta. Y todo, porque ya no lleva las ruedecitas y porque no le llegan los pies al suelo. Y el niño pedalea cada vez más fuerte. Emocionado. Siente la velocidad a flor de piel. Y el padre grita desde lo lejos: No corras tanto, te vas a caer. Y supongo, que siempre pasa lo mismo. Al oir esa típica frase, el niño le entra, de repente, un miedo súbito, un terror paralizante que siempre acaba de idéntico modo. El niño, ahora, tirado en suelo, llorando y con las rodillas escocidas de puro rojo sangre.
Creo que no hace falta decir (en este momento) quién es el padre y quién es el niño.

Escucho; La buena vida, la mitad de nuestras vidas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, no pasa nada, a mi también se me olvido hace un par de meses el tuyo!! jeje...
Gracias!!
CZY